Cuando papá murió, mi vida dio un giro inesperado. Aquella muerte fue súbita para todos nosotros, porque él entró en la consulta del médico para una visita rutinaria y salió con un cáncer extendido por todo el cuerpo.
Desde entonces me quedé sola a pesar de ser multitud en casa.
Mamá dijo que necesitaba un tiempo para pensar y estar sola y se marchó sin equipaje. Después de muchos años, todavía debe necesitar "un tiempo para pensar y estar sola" porque no ha vuelto. Mi hermano mayor se casó al poco de morir papá y se fue a vivir a los Estados Unidos. Es verdad que de vez en cuando nos llamamos y nos vemos dos veces al año, pero esa sensación de ser hermanos ha desaparecido en el paso de los años. Ahora parecemos viejos amigos que quedan para no romper la relación de golpe, esperando que uno de los dos, lo haga.
Mi hermana menor, después de todo ello fue la que lo pasó peor. Ella y papá siempre habían sido uña y carne. Comenzó a estudiar medicina para poder salvar vidas. Se casó con un oncólogo y entre ellos dos ganaban suficiente dinero para vivir como reyes. Después de dos años de matrimonio tuvieron gemelos de niños. Los pequeños son encantadores y están bien educados.
Yo me quedé a vivir en la casa de papá y mamá, ya que todos ellos se iban marchando. Al poco de quedarme sola, adopté un perro y una niña china. Éramos muy felices los tres. Siempre íbamos arriba y abajo, con la excusa de pasear al perro. Ahora ha entrado en nuestras vidas Diego, un chico muy guapo que me ayuda en la librería. Hoy mismo me ha pedido para casarnos.
Marta Ll.
01.08.19